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DIPLOMACIA Y COOPERACIÓN:
REPUTACIÓN, DESARROLLO Y PAZ
fundacionales, cada pilar debe implementarse de maneras específicas para
asegurar que se obtengan los objetivos deseados.
La mitigación de los factores de riesgo y el reforzamiento de los factores
de protección entre los jóvenes en riesgo
En el segundo nivel de intervención, el objetivo de los programas deportivos
es mitigar los factores de riesgo y reforzar los de protección entre los jóvenes
que se considera que están en riesgo de caer en la delincuencia y/o violencia.
En este nivel, la mejor opción es un abordaje de “además, el deporte”, que
se refiere al uso del deporte como un gancho para atraer participantes en
el programa, pero cuando el deporte no es el componente central. En lugar
de ello, el centro de la intervención son componentes distintos tales como la
capacidad de inserción laboral, o la construcción de habilidades prosociales.
Cuando el deporte es uno de varios componentes de una intervención, la
meta más ambiciosa de reducir la delincuencia y la violencia juveniles es la
principal. De manera más específica, para lograr una transformación deportiva
y ambiental segura, por ejemplo, los involucrados en el sector de los deportes
considerarían volver a las áreas públicas de la comunidad más adecuadas
para fines deportivos. Se pueden lograr la inclusión social o la mitigación
del impacto de la discriminación y exclusión integrando modelos de roles
positivos en una intervención de segundo nivel, donde pueden compartir
experiencias con los jóvenes sobre cómo el deporte crea redes sociales y
estructuras de apoyo. Con respecto a la educación, es relevante reforzar que
asistan y se mantengan en la escuela, así como las habilidades para obtener
empleo. También es relevante el desarrollo juvenil positivo o la adquisición
y transmisión de habilidades fundamentales para la vida. Con el objeto de
luchar para llegar a la resiliencia, los programas deben ofrecer oportunidades
de desarrollo prosocial a través de relaciones sociales positivas, cambios
en las redes sociales y dinámicas de relación (construcción de confianza,
sentimientos de pertenencia y ser aceptado en una red social diferente).
Además, se enfatizan el desarrollo cognitivo como la confirmación de valores,
la adquisición de valores prosociales, el apoyo de cambios de actitud, la
consciencia del riesgo y la orientación hacia los objetivos. Por último, se llega
al empoderamiento mediante el desvío positivo e irrumpiendo en las vidas
de los jóvenes de manera que eviten las relaciones negativas y las situaciones
problemáticas. A los jóvenes también se les da la oportunidad de ser líderes y
un apoyo positivo (esto es, para desviar e irrumpir) en las vidas de los demás.
Disrupción positiva, desistimiento del delito y reintegración social
El nivel terciario de la intervención se enfoca específicamente en los jóvenes
que ya han tenido algún contacto con la ley y/o están en ese momento en
prisión, en un centro para delincuentes o detenidos. Igual que en el nivel
secundario de prevención, el terciario debe de contemplar un abordaje en su
programación de “además, el deporte”, en el que se lo use como un gancho y
no como el componente central. Los objetivos del progreso del nivel terciario
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