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3er. Congreso Internacional del
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             El deporte para el desarrollo y la paz: Potencial para un cambio social

             El deporte y la prevención del delito

             Adoptar un abordaje de salud pública para la prevención de la delincuencia
             juvenil ha dado lugar a que el deporte y a las actividades deportivas se
             conviertan en un aspecto fundamental de las estrategias comunitarias de
             un método de distracción, enfocado en la prevención. No obstante, el solo
             hecho de participar en deportes estructurados no garantiza la reducción de
             la violencia. Entre las personas involucradas en los deportes existe una falsa
             idea de que el deporte tiene la capacidad de reducir la violencia, promover
             una conducta prosocial y controlar la agresión y la delincuencia juvenil (Khan
             y Jamil 2017). Sin embargo, esta creencia pasa por alto las complejidades
             de los procesos sociales que ocurren dentro de los espacios deportivos de
             prevención. Como advirtieron Kelley y Sokol-Katz (2011, 94), “el asunto no es
             la simple participación [en los deportes], sino lo que se enseña y se aprende
             a través de las experiencias que ofrece la implementación de un deporte en
             particular”. Por lo tanto, dependiendo de los objetivos de un programa y la
             población a la que va dirigido, el deporte puede complementar las intervenciones
             de prevención del delito para minimizar ciertos factores de riesgo y reforzar
             medidas de protección. El diseño de un programa y su implementación con
             el fin de obtener resultados de prevención del delito son elementos críticos
             que pueden incrementar (o, si se hace de una manera no adecuada, disminuir)
             su impacto en la comunidad y en la sociedad en general.

                 Cuando se trata de intervenciones deportivas comunitarias enfocadas en
             la prevención del delito, la investigación presenta dos abordajes distintos: en
             primer lugar, el modo de evitación que utiliza al deporte como una alternativa
             atractiva ante el delito, en la que el deporte divierte, más que romper (Norman
             y Smith 2022); en segundo lugar, el abordaje de modo social que prioriza
             el desarrollo prosocial, el desarrollo de la comunidad y la construcción de
             relaciones positivas (Mason y Walpole 2022). Éste último utiliza actividades físicas
             organizadas y deportes como “gancho” para atraer a los jóvenes a un terreno
             en el que se pueden aportar una enseñanza e intervención adicionales, tales
             como iniciativas relacionadas con la educación, certificados, más habilidades
             para la vida y redes de apoyo (Ehsani, Dehnavi.y Heidary 2012; Ekholm 2013;
             McMahon y Belur 2013).

                 Estos abordajes se pueden establecer en niveles institucionales o
             comunitarios. No obstante, aunque el deporte cada vez es más reconocido por
             los sistemas de justicia criminal como una solución viable de la delincuencia y
             violencia juveniles, aún existe una carencia de apoyo institucional, la adopción
             de una política robusta y la formalización de un sector del Deporte para el
             Desarrollo (y la Paz).






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