Page 102 - Diplomacia
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3er. Congreso Internacional del
Deporte y la Cultura Física
estructural, fue el orden bipolar surgido de la Guerra Fría lo que alentó a
la Unión Soviética a intentar lograr la supremacía mundial en el deporte
internacional, extendiendo esta estrategia de éxito deportivo, especialmente
en los Juegos Olímpicos, al resto del Bloque del Este. Además, existía el
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eje Norte-Sur donde la sola presencia en los Juegos Olímpicos supone un
reconocimiento y visualización internacional para los nuevos estados surgidos
de los procesos de descolonización.
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Es precisamente esta desigualdad competitiva la que da pie a la cooperación
para el desarrollo deportivo tanto del Este como el Oeste. Desde el bloque del
Este, la Unión Soviética tenía una actitud internacionalista y generosa para
que los países de Asia, África y América Latina lograran un rápido progreso en
distintas esferas de la vida, incluida la deportiva. Así, se estableció colaboración
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deportiva con hasta 110 países en los años 80, enviando especialistas para el
desarrollo de institutos de educación física en Cuba o Argelia; entrenadores,
médicos y gestores deportivos tanto para el desarrollo del deporte de élite
como de masas en Irán, Túnez, Ecuador, Camboya, Nepal, Nicaragua, Guyana
o Colombia. Asimismo, el envío de material deportivo así como la construcción
de instalaciones deportivas, abarcó hasta 50 países en 1982-1983; se envió
ayuda para la organización de campeonatos deportivos en la India, Nepal,
Angola, Mozambique, Argelia, Guinea o Congo; y en el ámbito estrictamente
político, la Unión Soviética fue clave junto al resto del bloque del Este para la
expulsión de la Sudáfrica del apartheid del olimpismo. 135
En Estados Unidos, el enfoque era desde el deportista, pero con un
alcance más limitado. Los atletas y especialistas en educación física eran
concebidos como embajadores culturales, habiendo entre 1952 y 1961 más
giras de especialistas en deporte, que de músicos y educadores en África,
Latinoamérica y Europa. En el periodo de 1963-1967 había un presupuesto de
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unos 250,000 dólares para las giras de equipos y atletas estadounidenses, con
el objetivo de establecer redes con clubes locales, destacando por ejemplo, el
caso del beisbol o el baloncesto en Latinoamérica. Por otro lado, el envío de
entrenadores (57 en 1966) bajo un programa de especialistas del Departamento
de Estado tenía como objetivo la realización de diferentes clinics y contactos
132 James Riordan. “The Rise and Fall of Soviet Olympic Champions” en Olympika: The International
Journal of Olympic Studies, Volumen 2, 1993, pp. 25. Disponible en: https://digital.la84.org/digital/
collection/p17103coll10/id/4145/rec/1; Ekain Rojo-Labaien, Álvaro Rodríguez Díaz y Joel Rookwood.
Sport Statehood and Transition in Europe: Comparative perspectives from Post-Soviet and Post-
Socialist societies. Routledge, Abingdon, 2020.
133 Carlos Pulleiro Méndez. Relaciones Internacionales y Juegos Olímpicos: Política, economía
y deporte desde la II Guerra Mundial. Centro de Estudios Olímpicos de la UPV/EHU, Bilbao, 2016.
Disponible en: https://library.olympics.com/Default/digital-viewer/c-184836
134 José Andrés López. El hombre y los campeones en el deporte soviético. Editorial Progreso,
Moscú, 1984.
135 José Andrés López, Op. Cit.
136 Simon C. Darnell, Russell Field y Bruce Kidd (Eds). The History and Politics of Sport-for-
Development: Activists, Ideologues and Reformers. Palgrave Macmillan, Londres, 2019, p. 100-105.
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