El baloncesto varonil de cara a la Universiada Nacional 2008 " />

Con la mente puesta en una medalla

 

 

 

Rodrigo de Buen
Fotos: Jacob Villavicencio


Hace un año en la edición 2007 de la Universiada Nacional, celebrada en Monterrey, Nuevo León, la selección varonil de baloncesto de la UNAM alcanzó las semifinales del torneo y se cayó en esa instancia ante las Panteras de la Universidad Panamericana (UP). En el duelo por el tercer y cuarto lugar, el rival fue la Universidad Autónoma de Chihuahua (UACH), y los del norte se quedaron con el bronce. Diez puntos fueron al final la diferencia entre haber obtenido una presea y quedarse cerca (69-59).
 
A unos cuantos días de que inicie la XII Universiada Nacional, ahora en Guadalajara, Jalisco, el equipo que dirige el entrenador Javier Escalona Rzeslawsky ha trabajado de manera intensa, con la mente puesta en obtener una medalla. Es una revancha para este equipo.

“Este año nuestra meta es traernos una medalla. El año anterior estuvimos muy cerca y nos dimos cuenta de que podemos estar arriba, peleando los primeros puestos. Tenemos la ventaja de que el equipo se conoce bien, mantenemos la base del año anterior, han jugado juntos durante todo este año y esa experiencia debe verse reflejada ahora en Guadalajara”, comenta el coach Escalona.

Saben que en este tipo de certámenes, la primera ronda por lo regular es bastante floja, pues se enfrentan a equipos del sur y sureste del país que no representan un parámetro real al medir fuerzas. “A partir de los cuartos de final viene lo mejor, los duelos son a morir y llegan por lo general los equipos del centro y norte que ya son otra cosa. Una vez instalados en la ronda de semifinales, todo mundo sabe que cualquier cosa puede pasar. Ya lo vivimos, ya sabemos lo que es estar ahí y son detalles los que te permiten avanzar o quedarte en la raya”, sentencia el entrenador.
 
Dos piezas fundamentales en el accionar de la quinteta auriazul son su capitán, Joaquín Villanueva Lozano, estudiante de octavo semestre en Ingeniería Civil en CU, y Pablo García Rodarte, de décimo semestre en la Facultad de Derecho. El primero, con sus dos metros y siete centímetros juega como poste y es el alma del equipo. Pablo por su parte, es el movedor de la selección, un auténtico motor que recorre toda la duela incansablemente durante los partidos.
 
“Se puede ganar este año una medalla, la queremos y deseamos mucho y por ello es que hemos trabajado muy duro desde el año pasado. En Monterrey nos faltó llegar con una mejor preparación física y eso al final, junto con haber fallado tiros libres en momentos determinantes del juego semifinal ante la UP, fueron la diferencia. Me parece que ahora vamos a llegar más completos en ese sentido, nos sentimos muy bien física y mentalmente.
 
“Además en Monterrey el calor fue agobiante y pesó mucho en los últimos duelos, no creo que en Guadalajara vayamos a tener ese clima, que llega a pesar en ciertas condiciones, cuando ya tienes encima cuatro o cinco juegos seguidos”, dijo Joaquín, quien, a sus 22 años, sueña con regresarle a la UNAM, con esa medalla, algo de lo mucho que le ha ofrecido durante su etapa de estudiante y deportista.

Pablo García tiene 23 años y se define en la duela como un jugador que no es muy dotado técnicamente, pero deja hasta la última gota de sudor impregnada en el jersey. “Juego a morir, al límite, dejo todas mis ganas y todo mi esfuerzo en cada partido. Esa es la función que tengo como quarterback o movedor en el equipo. Debo salir a la duela con las pilas bien puestas, saber decidir en el momento justo y con mentalidad ganadora. Todo esto, se irradia a los demás compañeros y el equipo funciona de manera tal, que hemos formado un conjunto que aspira a traerse una medalla de esta Universiada”, afirmó.

Pablo es un auténtico león en la cancha, su empuje y corazón son una muestra del orgullo y amor que tiene por vivir y por representar a la UNAM. De niño, un accidente marcó su vida para siempre, ya era inquieto desde entonces y un día se golpeó con un tubo mientras corría. Tenía sólo cinco años de edad, el metal le perforó el intestino, esto derivó más adelante en una pancreatitis. Se debatía entre la vida y la muerte, los médicos no daban un buen pronóstico antes de intervenirlo quirúrgicamente.

“El sufrimiento que tuve con aquella experiencia es inenarrable. Ha sido el peor dolor que jamás he sentido. Recuerdo que lloraba junto a mi madre en el hospital y le decía que no podía aguantar más. A mis cinco años yo sentía que no la iba a librar, me parece un auténtico milagro que lo haya superado y siga aquí —dice mientras muestra una impresionante cicatriz horizontal que cruza por todo su abdomen de lado a lado—, por eso este ímpetu y fortaleza física y mental que trato de dar en cada juego y en mis estudios. La vida me dio otra oportunidad y cada día lo vivo y aprovecho al máximo en lo que hago”, subraya.

Con esta mística y la característica garra y espíritu puma, este grupo de jóvenes esperan alcanzar el cenit en tierras tapatías. Se han mentalizado, se han metido al gimnasio, han realizado una preparación física ardua y tienen la genuina idea de alcanzar este año su sueño: una medalla en la Universiada Nacional.

Integran la selección José Carlos Cornejo, José Antonio Sagrado, Fabián González, Joaquín Villanueva, Alan Chávez, Kurt Unger, Pablo García, Francisco Medina, Diego Sáinz, Rodrigo Alfaro Bolaños, Isaac Sosa y Alejandro Trejo, y el auxiliar es el profesor Víctor del Río.
 
México DF, 22/04/2008
 
[Inicio]   [Ir al índice de noticias]

Más noticias