• En la reciente Olimpiada Nacional 2008,  Andrea Poo Castrejón y María Fernanda Rosas Ugalde consiguieron los metales de plata y bronce en los 58 y 52 kilogramos, respe

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Candelaria Chávez Fotos: Jacob V. Zavaleta

A pesar de su corta edad —Andrea con 13 años y María Fernanda de 11—, han  demostrado tener la fuerza y el valor para pelear de igual a igual ante sus oponentes, desde casi una década, en los diferentes tatamis y ubicarse en los primeros lugares a nivel nacional poniendo en alto el nombre de la UNAM. 

En la reciente Olimpiada Nacional 2008, celebrada en Nuevo León, se subieron al podio pues Andrea Poo Castrejón y María Fernanda Rosas Ugalde consiguieron los metales de plata y bronce en los 58 y 52 kilogramos, respectivamente. 

Para las judokas auriazules, no ha sido fácil compaginar estudios y deporte, sobre todo en la disciplina de judo donde se requiere, de acuerdo con su entrenadora, Ana María Sánchez, de “temperamento extremo, determinación, agilidad y carácter al momento del combate”. 

“Ellas son grandes alumnas, las tenemos desde pequeñas y han demostrado que nacieron para el judo. Ambas combinan, a la hora de los combates, esa fuerza y templanza que requiere la disciplina”, comentó la entrenadora Sánchez con quien, junto a Hilario Ávila, las chicas han logrado una buena empatía. 

Tanto Andrea como María Fernanda iniciaron su actividad en el judo con los profesores Ana María Sánchez e Hilario Ávila. Ambas entrenan de lunes a viernes, por la tarde, en el Centro de Alto Rendimiento (CNAR), pero los sábados lo siguen haciendo en el Ex Reposo de Atletas de Ciudad Universitaria, de 12 a 14 horas,  para afinar su técnica. 

Andrea, extrovertida y segura de sí misma, tiene 13 años de edad y nueve de ellos los ha consagrado a la disciplina. Ésta fue su cuarta participación en Olimpiada Nacional como representante puma: en el 2005 se agenció la medalla de bronce; en 2006 y 2007, plata. Gracias a éstos resultados ingresó como becaria del Centro de la CONADE y está por finalizar el segundo año de secundaria. 

“Es para mí un gran honor haber sido elegida entre más de cuarenta aspirantes para ser becados. Gracias a mi desempeño en el deporte fue que la obtuve, además de cumplir con las pruebas físicas, psicológicas y técnicas. El compromiso ahora es doble y de mayor esfuerzo tanto para seguir con la beca como representar a la UNAM.”, enfatizó Poo Castrejón. 

La timidez de María Fernanda contrasta con la fuerza que demuestra en el combate, tiene 11 años y seis en el arte marcial, está por culminar el sexto año de primaria en el Centro de Educación Preescolar y Primaria del STUNAM (CEPPSTUNAM). Es la segunda ocasión que participa en Olimpiada Nacional, superando el cuarto sitio que obtuvo en 2007. 

“Creo que es el inicio de una cadena de éxitos pues el año pasado me quedé sin medalla. Ahora, gracias al apoyo de mis padres y, sobre todo, de mis entrenadores, he podido escalar un peldaño más y traerme el bronce. Me enorgullece y me hace dar lo mejor”, argumentó. 

Las dos cayeron en sus respectivos combates finales ante dos judokas regias, pero están tranquilas pues saben que la decisión de los jueces no fue acertada ya que las pumas dominaron sus peleas.  

“No sé si fue porque era de la sede y los jueces también. No se contabilizaron bien los puntos. Sentí enojo porque una injusticia me quitó el oro”, recordó Poo aún molesta, mientras que para Maria Fernanda “sí fue desmotivante, pero qué puedes hacer contra ellos. Sin embargo, esto me sirve para estar mejor preparada para futuras competencias”. 

Para Ana Maria Sánchez, sus pupilas son verdaderas guerreras del tatami pues sobreponerse a las adversidades es un gran mérito: “Las dos son una combinación de madurez y fuerza que a su corta edad han sabido encaminar hacia el triunfo. Junto con sus padres, hemos hecho un gran equipo para ponerles los pies sobre la tierra”. 

A pesar de ser pequeña de estatura, la fuerza de Andrea Poo en piernas y brazos le ha ayudado a salir con el triunfo en los combates, no pierde la tenacidad y las ganas de enfrentarse a sus rivales. Para ella, el judogui representa “amor y respeto al uniforme, pero sobre todo respeto a sus profesores, sus padres y a la institución que me ha visto crecer. Por ella y por ellos, espero en el 2012 estar en los Juegos Olímpicos, de Londres. Ése es mi gran reto”, confesó. 

Para María Fernanda es “un orgullo portar los colores universitarios y asistir a las competencias como digna representante puma. En todas las competencias siempre tengo en mente llegar  al podio y demostrar el nivel deportivo universitario”.  

Ambas judokas expresaron agradecimiento a sus entrenadores  por las enseñanzas y consejos brindados. Y saben que con su ayuda podrán obtener la presea áurea en la próxima edición de Olimpiada, representando a la UNAM. 

Finalmente, los profesores Ana María Sánchez e Hilario Ávila, preocupados por un mayor rendimiento de sus alumnos, cuentan con un proyecto de investigación “Club de Judo” registrado y autorizado por la Dirección General de Asuntos del Personal Académico (DGAPA), denominado Iniciativa para Fortalecer la Carrera Académica en el Bachillerato, INFOCAB, que sirve para medir la fuerza, capacidad pulmonar, frecuencia cardiaca, grado máximo de oxigenación; así como también, una plataforma para medir la potencia anaeróbica o potencia de salto de los judokas universitarios.

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