Basquet femenil quiere Universiada

• Las capitanas de la selección superior, Samantha García y Kasia González, explicaron cómo es la preparación de cara a la justa universitaria

Rodrigo de Buen
Fotos: Jacob Villavicencio

 

Samantha García Herrera, estudia el sexto semestre de Biología en la Facultad de Ciencias, se desempeña como ala. Kasia Irene González Sánchez, estudia el mismo semestre, pero de la carrera en Química de Alimentos, en la Facultad de Química. Ella juega de centro. Ambas tienen 22 años y son las jugadoras en las cuales la entrenadora de la selección femenil superior de baloncesto, Paulina Moreno Ascencio, deposita su confianza como capitanas del equipo para este 2015.

El reto lo asumen con orgullo. “Es un honor y responsabilidad muy grande. Tenemos un código de honor en el cual planteamos juntas los objetivos que se tienen que cumplir para ser parte del equipo. Y existen valores y premisas que no escapan a ningún integrante del grupo. El valor de la puntualidad, la solidaridad, el respeto, atender a las indicaciones de nuestros entrenadores. Ser agradecidas y disciplinadas.  Si nosotras ponemos ese ejemplo, todas las demás integrantes poco a poco van siguiéndolo y se presenta un ambiente de armonía y unión dentro del grupo”, señala Kasia.

En el 2015, se han puesto la meta de poder llegar a la Universiada Nacional, cuya sede este año será la Universidad Autónoma de Nuevo León. Son conscientes de que este, es un año de revancha para el equipo auriazul. Pues el anterior fue de resultados quizás no tan buenos, pues su participación dentro de la Asociación de Basquetbol Estudiantil (ABE), no fue como lo esperaban.

“Desde este momento nos estamos preparando a fondo con la preparación física, técnica y táctica. No ha habido descanso y poco a poco nos vamos compenetrando más. Es un año importante para nosotras como equipo. Quizás el anterior no lo fue tanto, pero en este, vamos con todo para tener mejores resultados dentro de la ABE y en el proceso para la Universiada, iremos paso a paso desde el estatal (que inicia en febrero), y el regional (en marzo), para estar en abril, en Monterrey”, dijo Samantha.

El camino lo tienen claro, no es ni será fácil, pues al igual que sus compañeras, combinan la práctica de un deporte con los estudios de sus carreras universitarias y ello llega a ser pesado.

“Es difícil, pero lo hacemos con muchísimo gusto. Amamos nuestro deporte, nos encanta jugar y poder representar a la UNAM en las competencias, es un orgullo que no sabría cómo expresarlo. Parte de la disciplina implica organizarse para llevar a cabo ambas actividades de la mejor manera posible (escuela y deporte), y aunque al final del día, el cansancio se hace presente, los dolores que nos deja en el cuerpo el ejercicio, así como las desveladas por estudiar o hacer tarea, se compensan cuando estás dentro de la duela, compitiendo y portando este uniforme, lograr los objetivos que desde un inicio se plantean”, externó Kasia Irene.

Dado lo anterior, las chicas del baloncesto auriazul se preparan y concentran arduamente para encarar  todos los compromisos que, a partir de febrero, con tres o cuatro partidos por semana, estarán teniendo. “Lograr  lo que nos proponemos durante los entrenamientos, representa un aliciente colectivo y gratificante para sus integrantes.  Ya sea por los compromisos escolares, o bien por el tiempo que le dedican a los entrenamientos, lo cierto es de que la UNAM se ha convertido en su segunda casa, pues ocupan  la mayor parte del día, a estar en un aula, en un laboratorio, en una biblioteca, o en un gimnasio o en la duela del Frontón Cerrado, entrenando.

“Pasamos la gran parte del día aquí, en la Universidad, desde muy temprano. A nuestras casas prácticamente llegamos a merendar, hacer tarea y a dormir. Y con el equipo, pasamos muchas horas juntas. Nos hemos llegado a conocer bastante bien y hemos junto con el cuerpo técnico y de entrenadores, a formar una familia. Nos llevamos  bastante bien entre nosotras. En los viajes y en las giras que hemos hecho, nos han permitido conocernos y crear una  relación fraterna entre todo el grupo. Nos conocemos bastante y además de entendernos dentro de la cancha, también lo hemos hecho fuera de ella y sabemos que las experiencias que esto nos está dejando, son al final, recuerdos, experiencias y amistades, que perdurarán para toda la vida, pues se ha creado un vínculo muy fuerte”, comentó García Herrera.

Ambas jugadoras coinciden en señalar que el hecho de pertenecer a la Universidad Nacional, en su papel como estudiantes y deportistas, implica una serie de sentimientos que les es difícil de explicar. Pues lo mismo sienten orgullo, respeto, agradecimiento, amor, cariño. Tanto el basquetbol, como la institución, consideran que les ha dejado mucho: disciplina, ser competitivos, responsables y una serie de experiencias de vida, que trascienden al aula o a la duela.

”Todo lo que hemos aprendido y que nos ha dejado tanto el deporte como la escuela, son enseñanzas y herramientas, que nos servirán para toda la vida, tanto en el momento en que salgamos al mundo laboral, como con nuestras familias. Sabemos trabajar en equipo. Sabemos trabajar bajo presión, contra las adversidades como personas, estamos en ese proceso de madurez y crecimiento”, dijo González Sánchez.

La vara se la han puesto alta y lejos de sentirse presionadas, anhelan el momento de la competencia para pelear por sus metas y sueños. “Queremos poner en alto el nombre de nuestra Universidad. Queremos llegar a Monterrey y ya estando ahí, pelear por una medalla, para retribuirle en algo, por todo lo que nos ha dado”, concluyeron.

México DF, 29/01/2015

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