Asma inducida por el ejercicio

Las personas con AIE experimentan dificultad para respirar entre 5 y 20 minutos después de hacer ejercicio

Por: Dr. Jorge R. Martínez Galarza, Especialista en Medicina de
la Actividad Física y Deportiva, DGADyR/UNAM

 

¿Experimenta tos, respiración difícil o sensación de pecho apretado al hacer ejercicio? ¿Se siente sumamente cansado o le falta el aire cuando hace algún esfuerzo? Si tiene estos síntomas, puede ser una de las muchas personas que sufren de asma inducida por el ejercicio (AIE).


¿Qué es el asma inducida por el ejercicio (AIE)?

Las personas con AIE experimentan dificultad para respirar entre 5 y 20 minutos después de hacer ejercicio. Los síntomas son jadeo, opresión y dolor en el pecho, tos y dificultad prolongada o inesperada para respirar.

El AIE es causado por la excesiva sensibilidad de las vías respiratorias a cambios súbitos en temperatura y humedad, especialmente al respirar aire más frío o seco. Durante las actividades extenuantes, las personas tienden a respirar por la boca, lo que permite que el aire frío o seco llegue a las vías respiratorias inferiores sin pasar a través de la nariz, la cual produce un efecto cálido y humidificador.

Además de la respiración por la boca, existen otros factores que pueden incrementar la severidad del jadeo con el ejercicio: los contaminantes atmosféricos, un alto conteo de polen y las infecciones de las vías respiratorias.


¿Quiénes son afectados por el AIE?

Muchos pacientes no asmáticos, hasta el 13% de la población, y hasta un 40% de pacientes con rinitis alérgica, son afectados por el asma asociada con el ejercicio.

Después de los Juegos Olímpicos de Invierno en 1998, se detectó asma inducido por el ejercicio en el 23% de los deportistas que participaron, luego de hacerles pruebas sensitivas de funcionamiento de los pulmones.


Síntomas y factores desencadenantes

Los pacientes pueden experimentar dificultades para respirar en un período de 5 a 20 minutos después del ejercicio. Los síntomas pueden ser: respiración sibilante, pecho apretado, tos y dificultad para respirar. Otro síntoma del asma inducida por el ejercicio es la falta de aire prolongada, comenzando frecuentemente de 5 a 10 minutos después de un ejercicio breve.

Uno de los factores que se han mencionado es el respirar por la boca al realizar ejercicio, esto se debe a que al hacerlo por esta vía (también común en los pacientes con resfriados, sinusitis y rinitis alérgica, también llamada fiebre del heno) el aire sólo adquiere de un 60 a 70 por ciento de humedad relativa, mientras que la respiración por la nariz entibia y satura el aire a un nivel de humedad del 80 al 90 por ciento antes de que llegue a los pulmones. Esta falta de humedad y calentamiento del aire produce un broncoespasmo transitorio con las sensaciones antes descritas.

Debido a los múltiples factores que lo pueden desencadenar se le denomina síndrome, en el cual la obstrucción transitoria de las vías aéreas secundaria a varios minutos de ejercicio físico vigoroso y se presenta después de concluido el mismo. Algunos individuos experimentan la fase tardía del bronco espasmo de 6 a 10 horas después del ejercicio. Aproximadamente 40 a 50% de estos individuos con asma presentan un “periodo refractario” dentro de las 2 horas post-esfuerzo, durante las cuales nuevos ejercicios no desencadenan respuesta bronco espástica.

La causa inicial del asma inducida por ejercicio es el enfriamiento de las vías aéreas durante la hiperventilación, ya que el individuo tiende a respirar por la boca, permitiendo que el aire frío y seco llegue a las vías respiratorias inferiores.

Los contaminantes ambientales (como el dióxido de sulfuro), el alto nivel de polen y las infecciones virales de las vías respiratorias también aumentan la gravedad de las sibilancias (silbidos que se escuchan que emiten los pulmones al respirar) después del ejercicio.
Tanto el asma por ejercicio como el asma típica se asemejan en que ambas son de inicio rápido, es decir, se presentan en forma súbita y su mejoramiento también es espontáneo. En ciertas investigaciones se ha demostrado que la gravedad del AIE se incrementa en forma proporcional tanto por la intensidad como por la duración de la carga de trabajo.


Prevención

El AIE se puede prevenir en muchos individuos sin el uso de medicamentos. Se recomienda ejercitarse en un ambiente cálido y húmedo más que en ambiente frío y seco, esto podría lograrse por ejemplo en una alberca con calefacción. Se recomienda además, el respirar más por la nariz que por la boca; estos métodos han logrado éxito en prevenir el AIE; así mismo, la respiración lenta y profunda ayuda al control del aparato respiratorio.

Su prevención se logra por algunos individuos utilizando técnicas de respiración en ambiente húmedo y cálido, y llevando a cabo un calentamiento en intervalos de una hora antes del evento.

Los ejercicios que se hacen por esfuerzos intensos pero espaciados (tenis, básquetbol, voleibol, squash, frontenis) son mejor tolerados que los de esfuerzo prolongado como carrera a campo traviesa (la más probable para inducir asma), carrera en banda sin fin y ciclismo. El ejercicio en un clima frío, como esquiar en la nieve, es más dañino a diferencia de la natación que se hace en un ambiente de aire húmedo y caliente. Hay que destacar que la natación es frecuentemente considerada el deporte de elección para asmáticos y para aquellos con una tendencia hacia el bronco espasmo a causa de sus muchos factores positivos como un ambiente húmedo y cálido.

En caso de que se presenten cualquiera de estos síntomas, es recomendable acudir al médico especialista que le dará las indicaciones más pertinentes para poder continuar con su actividad física.

México DF, 23/12/2011

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