Debuta Itzel López en Paralimpiada Nacional con medalla

• La integrante de la Asociación de Deportes Sobre Silla de Ruedas de la UNAM obtuvo plata en el lanzamiento de jabalina, categoría sub 16

Rodrigo de Buen
Fotos: Jacob Villavicencio

 

Sus ojos reflejan y dicen más que su voz, expresan ternura, ilusión, cierta timidez y también, muchos sueños. Su mirada pareciera perderse en el horizonte, detrás de sus gafas. Sin embargo, reflejan un brillo y una luz especial. Dibuja en su rostro una sonrisa. Franca, sincera. La sonrisa de la esperanza, de luchar cada día, de manera constante y no darse por vencida. No rendirse.

Karla Itzel López Lozada, nacida un 24 de agosto del año 2000, a sus casi quince años de existencia, vivió por primera ocasión, la experiencia de competir y participar en una Paralimpiada Nacional. En días pasados, en la edición 2015 efectuada en Querétaro, la joven puma, exponente de atletismo en la modalidad de lanzamiento de jabalina, paladeó el sabor de un triunfo personal, íntimo. Obtuvo medalla de plata, luego de lanzar a 5.81 metros, el implemento. La marca mínima para acceder a la presea argenta era de 5.72. Y para el oro, era de 7.22 metros.

No importaba eso, ella se sentía sumamente feliz, realizada, por el logro alcanzado. Karla es de pocas palabras. De ahí que sus ojos y sonrisa, expresen mucho más, de lo que alcanza a decir al hablar. Su historia era, hasta hace tres años, como la de cualquier niña que ha tenido una vida “normal”. Seguramente corría, saltaba y jugaba como otros niños lo hacen comúnmente. Seguramente, sonreía y miraba la vida de una manera distinta, a como lo puede ver actualmente. Seguramente sonreía, igual o con más intensidad, que como lo hace ahora.

Su vida, transcurría sin mayores sobresaltos, al lado de su familia, conformada por dos hermanos más y sus padres. Un día, todo eso cambió y vino un giro inesperado. En un viaje por carretera con sus tíos y primos, un accidente automovilístico, vino a trastocar su vida y la de su familia. El resultado, fractura de vertebras cervicales y con ello, la consecuencia de haber quedado cuadripléjica.

A partir de ese momento, se desencadenaron drásticos cambios en la vida de ella y su familia. Múltiples operaciones, terapias y rehabilitación, han sido la constante. Aunado al dolor físico, el daño emocional también estaba hecho. A partir de ahí, su vida ha sido un constante caerse y levantarse.

“No ha sido fácil, y es por ello que me siento muy contenta de haber venido a competir a la Paralimpiada y ganar esta medalla, me impulsa y me hace ver, que con mucho esfuerzo y dedicación, puedo conseguir ahora otros logros u objetivos”, señala.

Gracias a su incursión en el Centro de Rehabilitación Infantil Teletón (CRIT), de la ciudad de México (en Iztapalapa), fue que Karla Itzel y su familia, han podido tener acceso a rehabilitación y terapia física, además de tratamiento psicológico, en los últimos dos años. Fue por medio de ese conducto, que conocieron a Alejandrina Zamora, presidenta de la Asociación de Deportes Sobre Silla de Ruedas, de la UNAM.

Con mucho esfuerzo y tesón, con dedicación y dolor, con una fe que en ocasiones se llega a quebrantar, pero sobre todo, con determinación y coraje, gracias a todo ello, es que al día de hoy, Karla Itzel ha recuperado la movilidad de sus manos y sus brazos.

“Para nosotros esto es un avance significativo, que ha costado muchísimo. Que mi hija haya vuelto a mover sus brazos y sus manos y que con la terapia y entrenamientos, ha ido adquiriendo fuerza en ellos, es muy importante. Muchas cosas cambiaron en nuestras vidas, después del accidente, sin embargo, aquí estamos, teniendo mucha fe y haciendo lo que nos toca hacer, en aras de seguir viviendo y luchando, junto con ella”, comenta la señora Leticia, madre de Itzel.

Estudiante de la Escuela Secundaría Técnica número 132, Karla Itzel nunca imaginó que algún día llegaría a competir en una Paralimpiada. La idea que le inculcó la profesora Zamora, de pertenecer a la UNAM a través de su asociación deportiva y, con ello, participar en este tipo de eventos, le fue cambiando el rostro y comenzaron a surgir nuevos retos e ilusiones en su horizonte.

En poco más de medio año de entrenamientos y ejercicios específicos, Karla Itzel incursionó en el atletismo sobre silla de ruedas y se especializa en las pruebas de campo de lanzamiento de bala y jabalina. Esos 5 metros con ochenta y un centímetros que marcó su lanzamiento, para obtener la presea argenta, son sin duda, una inyección anímica sin precedente en su nueva realidad.

“Algún día me gustaría poder estudiar en la UNAM, siento muy bonito y es un orgullo especial, portar este uniforme y el escudo que la identifican, pues sé que es la máxima casa de estudios de nuestro país, y es un honor portar estos colores”, comentó.

Para ella, la tarde del 15 de junio de 2015, quedará grabada en su memoria. Fue su primera incursión en un certamen deportivo nacional. Obtuvo una medalla de segundo lugar –“para mí, es como si fuera de oro”- y, al momento de haberla recibido y luego de las fotografías de rigor, en el pódium, la tomó con sus manos y se quedó observándola por un momento.

Volteó a ver a su madre y sin más, de sus expresivos ojos, comenzaron a rodar lágrimas. Éstas no eran de dolor, ni de pesar, como anteriormente ocurría. Era un llanto de alegría e ilusión renovada. En su rostro, su sonrisa reflejaba satisfacción, orgullo...y esperanza.

México DF, 19/06/2015

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